jueves, 29 de mayo de 2008

PALOMAS ILUMINADAS (26-sept-2004)

Es de noche.
De noche, la ciudad respira tranquilidad, aunque sea sábado.
La ciudad.
¿Y yo?
Para mí es distinto. La ciudad puede descansar. Yo no. Porque he cambiado. Yo ya no soy yo. Soy otra. Y la ciudad sigue siendo la misma.
¿Hay un antes y un después de mi vida?
¿Hay un antes y un después de mí?
Las palomas sobrevuelan la catedral y, con la iluminación de ésta, parecen brillar. Son palomas iluminadas. Parecen palomas cultas, palomas ilustradas, aves guiadas por la mano divina supuesta sobre la catedral. Pero, en realidad, no son más que pájaros volando por encima de un edificio histórico que está iluminado por la noche. Como yo.
Yo soy una paloma iluminada.
Antes era una gaviota, blanca y plateada por mí misma, de noche y a la luz del sol. Daba igual el paisaje: yo lo sobrevolaba todo. El mar, la arena, la tierra, las montañas... No había límites para mí, no había fronteras. Siempre quise ser gaviota, y no me di cuenta de que siempre lo fui. Hasta que llegué aquí.
Aquí cortaron mis alas.
Sólo bajé del avión, y fue la última vez que volé. Yo no lo sabía, pero era la última vez que volaba.
Me había convertido en una paloma iluminada, en OTRA paloma iluminada, y yo ni siquiera lo sabía.
El amor te convierte en una paloma iluminada; la edad te convierte en una paloma iluminada; el lugar hace de ti una paloma iluminada. Y no te das cuenta.
Yo no lo sabía, pero era la última vez que volaba.

QUÉ QUEDA

Cuando se acaban los sueños, ¿qué queda?
¿Qué queda, cuando se acaban los besos?
Cuando se funden los cuerpos, ¿qué queda?
¿Qué queda, cuando se queda el silencio?
Cuando se acaba la infancia, ¿qué queda?
¿Qué queda, cuando se cierran los cuentos?
Cuando se dicen mentiras, ¿qué queda?
¿Qué queda, cuando la verdad se ha muerto?
Cuando la vida no era
Lo que un día imaginaste,
¿qué queda, salvo frustración y miedo?